Algunas estrellas se comportan como si fuera mejor quemarse que
desvanecerse. Estas estrellas ponen fin a su evolución en una explosión cósmica
masiva conocida como supernova.
Cuando explotan, las supernovas arrojan material al espacio a 15.000-40.000 kilómetros por segundo. Estas explosiones producen gran parte del material del universo, incluyendo elementos como el hierro, que conforma nuestro planeta e incluso a nosotros mismos. Los elementos pesados sólo se producen en las supernovas, por lo que todos nosotros llevamos en nuestros cuerpos remanentes de estas explosiones.
Cuando explotan, las supernovas arrojan material al espacio a 15.000-40.000 kilómetros por segundo. Estas explosiones producen gran parte del material del universo, incluyendo elementos como el hierro, que conforma nuestro planeta e incluso a nosotros mismos. Los elementos pesados sólo se producen en las supernovas, por lo que todos nosotros llevamos en nuestros cuerpos remanentes de estas explosiones.
Las supernovas añaden elementos a las nubes de polvo y gas del espacio,
favoreciendo así la diversidad interestelar, y producen ondas de choque que
condensan las nubes de gas y ayudan a la formación de nuevas estrellas. Sin
embargo, pocas estrellas se convierten en supernovas. Muchas se enfrían y
terminan sus días como enanas blancas y, posteriormente, como enanas negras.
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